Me he tenido que inventar el concepto de «innovación evolutiva» para poder explicar la diferencia entre el tipo de innovación que se lleva a cabo de forma habitual en las startups (nuevas empresas con alto potencial de crecimiento) en comparación al tipo de innovación más habitual en las Pymes tradicionales con una larga trayectoria o modelos de negocio tradicionales.

La innovación disruptiva es aquella que rompe moldes, cambia la forma de hacer las cosas, la que cambia las reglas del juego: se inventa nuevos modelos de negocio, desarrolla servicios inexistentes hasta la fecha, desarrolla tecnología nueva, etc.

Por innovación evolutiva me refiero a aquella innovación que sin cambiar las reglas establecidas desarrolla cambios importantes en la forma de hacer las cosas dentro de la empresa, desarrolla nuevos productos derivados de otros ya existentes o aplica a un sector formas de gestión, de hacer las cosas o de vender de otros sectores, pero todo eso de una forma gradual, con una transición suave entre lo que había y lo nuevo.

Esto no quiere decir que cada tipo de innovación sea exclusiva de un tipo u otro de empresa, sino sólamente que de manera habitual es la que cada tipo de empresa desarrolla.

En cualquier caso la innovación hay que considerarla un proceso que requiere su planificación y su medición de resultados desglosando actividades y tareas. El reto es adaptar las herramientas de gestión de la innovación a cada tipo de innovación y a cada empresa (no digo ya sector), porque cada empresa es diferente de las demás, incluso cuando se dedican a la misma actividad o negocio.