La gestión de un almacén de mercancías comienza por la forma en que se distribuye la mercancía en el espacio disponible. Hay mucho literatura al respecto, y muchos especialistas en organización de almacenes que diseñan tu almacén de mercancías y los procesos de gestión del mismo para optimizar su utilización, tanto en espacio como en recursos empleados para la recogida de producto y su reposición.

Después de haber visitado numerosos almacenes de todo tipo de mercancía (cualquiera puede al menos ver cómo lo hace Ikea en sus tiendas), tengo una conclusión clara: todos los almacenes de mercancía son iguales y todos son distintos.

Cada industria o sector, incluso cada fábrica o almacén tiene sus propias características, y eso hace que por muy parecidos que sean los almacenes a simple vista, haya notables diferencias desde la organización de la mercancía hasta la forma en que se recoge y se repone.

¿Entonces hay que ser un experto en almacenes para optimizar un almacén de productos? Para mí la respuesta no está en ser un experto en almacenes, sino en ser un experto en el negocio y en el producto que estamos almacenando. Las variadas consultoras de organización y gestión de almacenes se reivindican mediante un servicio personalizado y adaptado a tus necesidades, lo que significa, que además de la experiencia con la gestión de almacenes, es necesario un trabajo de entender a fondo el producto y el negocio, pero no el negocio en general o el sector, no, me refiero a tu negocio en particular. Lo paradójico es que en muchos casos la propuesta de gestión que obtenemos es la estándar para una empresa de nuestro mismo sector, pero limitada en su optimización a nuestra disponibilidad de espacio, haciendo a la empresa culpable de cualquier desajuste de optimización por culpa de dicha limitación de espacio.

Si una persona tiene la misión de optimizar la gestión de un almacén, tendrá que pasar mínimo una semana viendo in situ cómo es la gestión actual de ese almacén, cómo es la maquinaria empleada, los procedimientos, la rotación de producto, el sistema de reposición, etc., y no vale que conozca lo que hace la fábrica de al lado que se dedica a lo mismo, porque no hay dos negocios iguales.

A todos nos gustaría disponer de recursos ilimitados, en este caso de espacio de sobra para colocar nuestro almacén de productos. Pero si tuviéramos espacio ilimitado, no tendríamos necesidad de optimizar la gestión del almacén y seguro que nos esforzaríamos menos para optimizar la gestión, y lo haríamos mucho peor de lo que se puede hacer.

Lo único que no debemos limitar son las soluciones creativas, opciones, posibilidades y cambios en los procedimientos de nuestro negocio para permitir una gestión eficiente de un almacén, sea del tamaño que sea. Y esto es lo que significa estar dispuesto a innovar en la gestión de un almacén.

Darle la vuelta, cambiar infraestructuras, procedimientos y espacios. Pero todo esto no se puede hacer a lo loco, es necesario hacerlo en base a datos de campo obtenidos a pie de almacén.

Que no te den gato por la liebre de la innovación.