Ignacio de Miguel
Ignacio de Miguel
Aprendizaje por observación y metodologías activas
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Tengo mala memoria, de siempre. Hay alguna excepción, pero en contextos muy concretos. 

La memoria es lo que el sistema educativo nos vende como necesario para el aprendizaje. Y aun cuando no lo vende, nos examinan en función de nuestra memoria para permitirnos realizar estudios o trabajos. 

Para desmemoriados como yo, «todo bien», como se suele decir de forma irónica. 

Existen maneras de enseñar y de aprender no basadas en la memoria, por supuesto que existen. Pero aún hoy en día son llamadas metodologías alternativas.  

Tienen más de 100 años, pero son alternativas, nuevas, de pijos o de hippies, según el bando contrario que te lo cuente. 

La realidad es que estas metodologías se reúnen bajo el concepto de «educación activa», y no es más que hacer partícipe al educando en ese aprendizaje, que no sea un mero receptor. 

Enlazado con esto se encuentra el aprendizaje por observación. Yo lo descubrí en las prácticas de la facultad cuando un profesor te mostraba lo que había que hacer haciéndolo, y luego tú repetías la acción con mayor o menor fortuna.  

El éxito se basaba en haber prestado la adecuada atención, la eficacia se encontraba en la práctica y la eficiencia en la habilidad. 

Tres niveles de pericia que comenzaban invariablemente con el aprendizaje por observación. 

Más o menos en la misma época que en mis prácticas de la facultad, en 1996, unos científicos definieron las neuronas espejo.  

Las famosas neuronas espejo de las que probablemente hayas oído hablar son aquellas que se activan cuando observamos y son capaces de aportarnos aprendizajes como si las acciones observadas las hubiéramos ejecutado nosotros mismos. 

Este tipo de aprendizaje por observación se ha demostrado en humanos y en primates, murciélagos y pulpos. 

Así que no te creas muy especial por tener neuronas espejo. 

Lo que sí es exclusivo de los humanos es aprovechar ese aprendizaje inicial por observación para profundizar en él, estudiando, analizando y mejorándolo no solo mediante el sistema de prueba-error. 

No sé por qué será, pero la educación activa nos hace más receptivos al aprendizaje por observación y a la capacidad de profundizar y mejorar en los resultados de lo que hacemos. 

Y tú, ¿cómo aprendes mejor? 

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Hasta pronto 

Ignacio de Miguel 

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